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Entrevista con el incomparable Ronnie Colema despues de ganar el Mr.Olympia.

Para proclamarme Mr. Olympia, he necesitado mucha determinación y motivación. La primera vez, pensé que había realizado un gran esfuerzo, pero eso no fue nada comparado con lo que he debido trabajar desde entonces. He debido llevar el entrenamiento a otra dimensión. Justo después del Olympia, me tomo un par de meses de descanso para que tanto mi cuerpo como mi mente se recuperen. Para el de este año, empecé a prepararme hace 9 o 10 meses.
Como Mr. Olympia, he tenido que viajar más de lo habitual. Creo que he sido el primero en visitar Amsterdam para una sesión fotográfica. Lo pasamos muy bien. No os podéis imaginar lo generosa y agradable que es la gente de allí. La sesión también supuso una experiencia nueva para ellos, pues los fotógrafos no habían tratado nunca con alguien con tanta masa muscular. Aquella sesión fotográfica dio un poco más de notoriedad y una perspectiva distinta al culturismo, sobre todo con ese tipo de trabajos de modelo.

Volví a casa decidido a no saltarme ni un solo entrenamiento fuera adonde fuera, hiciera lo que hiciera, o por mucho que viajara... y viajaba bastante. A pesar de los largos turnos laborales, me negué a que nada interfiriera en mi entrenamiento. Aún recuerdo aquella vez en la que, después de un vuelo de 17 horas desde Dallas hasta Australia, bajé del avión y me fui directamente a un gimnasio. Lo hice en varias ocasiones, como cuando viajé de Alemania a París, aunque ninguno de esos vuelos duró más de 10 horas. Para mí, lo más importante era no perder un entrenamiento.

coleman culturista

Me entrenaba seis días a la semana y metomaba los domingos de descanso. Durantemucho tiempo, no pude seguir una rutinadividida porque trabajaba todo el día y sólopodía realizar una sesión diaria. Agrupo laspartes corporales como casi todo el mundo: una grande con otra pequeña, como espalda y bíceps, y pecho y tríceps. Por lo general, hago todo el trabajo de piernas el mismo día. Fuera de temporada, me levanto a las diez de la mañana, desayuno y me marcho al gimnasio. Para la una o la una y media ya he terminado de entrenarme, me voy a casa y me doy una ducha. Antes, trabajaba desde las tres de la tarde hasta las once de la noche. Así era mi vida hasta que llegaba la fase de preparación.
Fui policía en Arlington (Tejas) más de 10 años. De hecho, el día de mi 10° aniversario, me organizaron una pequeña ceremonia en la que me entregaron una insignia y cartas del alcalde y del comisario. Fue muy emocionante. Cuando me gradué en Contabilidad en la Grambling State University, en 1996, pensé que sería contable toda mi vida, pero Dios tenía otros planes. Os aseguro que el trabajo de policía era muy gratificante.

Saber que podía ayudara la gente me producía una gran satisfacción. También había cosasmalas, pero las buenas lo compensaban. Los 10 años pasaron con tanta rapidez que me parecieron uno. Tenía un plan de jubilación a 20 años
vista y, aunque me encantaba mi profesión, mi intención era dejarla en cuanto se cumplieran los 20 años. De hecho, tenía cuatro planes de pensiones. La idea era ahorrar el dinero suficiente para poder dedicarme a la pesca y a la caza algún día, pero cuando empecé a ganar bastante dinero con el culturismo, mis objetivos cambiaron y dejé la policía por el deporte profesional. En la precompetición, llevo un ritmo de vida completamente distinto. Me levanto a las siete de la mañana. Lo hago sólo durante 12 semanas, pero son unas 12 semanas muy largas y muy duras.

Después de levantarme, desayuno y me preparo la comida para todo el día. Eso me lleva alrededor de una hora. Vuelvo a la cama y duermo desde las ocho hasta las once. Luego, me subo a la cinta de andar que tengo en mi habitación y hago cardio. En la primera semana, empiezo con 30 minutos diarios para que el cuerpo se acostumbre. Cuando faltan unas ocho semanas, subo a 45 minutos o una hora, y utilizo las tres primeras para llegar a la hora, que se me hace eterna, sobre todo con el tipo de dieta que sigo.

Después de la hora de cardio, como otra vez y me voy al gimnasio. Puesto que estoy bajo de carbohidratos la mayor parte del tiempo, el entrenamiento resulta muy duro. Cuando termino, vuelvo a casa lo antes posible, pero dentro de un límite, claro. A veces, mis compañeros de la policía me paraban y me preguntaban por qué conducía tan deprisa y adonde iba... como si no lo supieran.

Ya en casa, me duchaba o descansaba; dependía del tiempo que tuviera. Me llevaba la comida conmigo y me la comía de camino al trabajo. A veces, iba con tantas prisas que no me daba tiempo de comérmela hasta llegar al trabajo, después de fichar. Si mi turno acababa a las once, al volver a casa (sobre las once y media), hacía otra hora de cardio, cenaba, me duchaba y me iba a dormir. Con un poco de suerte, estaba en la cama a las tres de la madrugada, y me despertaba a las siete, así que ya veis que no dormía demasiado. Jamás llegaba a las ocho horas durante esas 12 semanas. Podía darme por satisfecho si dormía seis o siete.
La fase de fuera de temporada es la mejor para mí porque puedo comer lo que quiera. Me gusta ir a un McDonald's y a Jack-in-the-Box. Cuando estaba en la policía, me daban la comida gratis muchas veces, aunque se supone que no debería contarlo. Un día discutí con ellos para que me dejaran pagar, pero no hubo forma. ¡No puedes con todos!
Otro de mis restaurantes preferidos es el Black-Eyed Peas. Las comidas no son gratis, pero me salen a mitad de precio. Puedes coger todo lo que quieras: hamburguesas, pescado rebozado y todo tipo de fritos. Voy allí a hacer la primera comida del día porque es muy rápido. Normalmente, tengo mucha prisa por la mañana, así que tomo algo rápido, como crepés o sémola de maíz. Las demás comidas las hago en un McDonald's o en Jack-in-the-Box. Antes, a veces entraba cuando estaba fuera de servicio, vestido de civil, y alucinaban.
Me gusta comer, sobre todo hamburguesas con queso y pizza. La hora de la comida es lo mejor de la vida. Es la pura verdad. Disfruto fuera de temporada sabiendo que puedo comerme tranquilamente una jugosa hamburguesa antes de ir a dormir. Pero ¿sabéis una cosa? Esa actitud relajada tiene una duración limitada. Me horroriza que se acabe ese periodo. Pasa tan rápido... Me encanta no tener que preocuparme, hacer lo que me apetece y disfrutar de la vida, pero he elegido ser culturista profesional y debo asumir las responsabilidades que implica.

Pregunta: ¿Comes dulces?
Coleman: No mucho. Me gustan más las hamburguesas con queso y las pizzas. Tomo helados, pero no me apasionan. Si veo una hamburguesa o una pizza, me olvido del helado. Eso sí, me encanta el pastel de queso; lo como todos los días. Supongo que siento debilidad por el queso.

P: ¿Cuál es tu comida preferida?
C: Los filetes y el arroz. Es lo mejor del mundo. Es mi plato fuerte.

P: ¿Cómo es tu régimen alimentario durante la precompetición?
C: Me hago un batido de proteínas nada más levantarme. Después, me tomo un té helado. Es una costumbre del Sur: tomar té helado por la mañana. La segunda comida, cuando me bajo de la cinta de andar, se compone de pollo y una patata asada, generalmente de unos 350 gramos. Las raciones constan de la cantidad que puedo asimilar en tres horas. La tercera comida es la mejor del día: ternera y arroz. La cuarta es pollo y una patata. La quinta, pavo y una patata. La sexta, sólo un batido de proteínas, sin carbohidratos.

P: ¿Cómo equilibras los carbohidratos, las proteínas y las grasas?
C: El truco de mi dieta está en la manipulación de los carbohidratos. Es lo más difícil. Tomo carbohidratos en todas las comidas, salvo en la quinta y la sexta. Sigo ese patrón cinco o seis días a la semana. Luego, vuelvo a mi alimentación habitual, la que he descrito antes. A veces, ajusto la dieta para ingerir sólo la mitad de carbohidratos en las comidas primera, segunda, tercera, cuarta y quinta. Lo hago durante 10 semanas. Es entonces cuando la dieta resulta más dura, cuando estás acostumbrado a los carbohidratos. De hecho, tuve problemas de estómago, con una úlcera, porque restringí tanto los carbohidratos que mi organismo reaccionó de manera negativa. Estábamos probando algo distinto para cambiar mi físico. Desde entonces, puedo definirme sin interrumpir el entrenamiento y conservando mi peso corporal y la fuerza durante 10 meses. Cuando haces dieta, no tienes tanta fuerza porque ingieres menos carbohidratos. Debes reducir el consumo de grasas, y eso es lo que menos me gusta. Esas duras sesiones me han ayudado a ganar más masa. Ahora peso casi siete kilos más que el año pasado, y estoy en mejor forma. Es el resultado de no realizar esa interrupción y de cambiar el entrenamiento y la dieta.
No sé vosotros, pero a mí ya me está dando hambre. Responderé sólo a unas preguntas más para que todos podamos marcharnos a comer.

P: ¿Qué suplementos utilizas?
C: ¡Todos! Mucha vitamina C —4.000 miligramos—, cromo, glutamina, complejos vitamínicos... a diario.
P: ¿Te resulta más fácil prepararte para el Olympia ahora?
C: No. Cada vez es más duro. No sé si podré hacerlo cuatro o cinco veces más. Sinceramente, no creo que mi cuerpo me lo permita.

P: ¿Cómo reaccionaba la gente ante tu tamaño cuando eras policía?
C: Todos los días me preguntaban: "¿Haces pesas?". ¡Todos los días!, incluso trabajando, con los brazos cubiertos con mangas. En la policía me hacían mucha publicidad. La gente me conocía. A menudo me pedían entrevistas porque los medios de comunicación habían oído hablar de un agente de policía de Arlington que
habido ocasiones en las que ni siquiera ha habido esa jornada de carga.

P: ¿Cuánto ha sido lo máximo que has pesado fuera de temporada?
C: Este año he llegado a los 138 kilos. ¡Me lo comía todo! Ingería 8.000, 9.000, hasta 10.000 calorías diarias, casi el doble de las que consumo en la precompetición.

P: ¿Por cuánto se han multiplicado tus ingresos desde que eres Mr. Olympia?
C: Por tres o por cuatro. No sé qué queda cuando descuentan los impuestos.

P: ¿Cómo te sentiste en la precompetición?
C: Agotado. Cuando volví a la habitación, sólo tenía una hora y media libre. Me comí un plato de ternera con patatas asadas. Fue mi único sustento durante toda la competición.

P: ¿Has tomado creatina?
C: No. Este año no la he utilizado demasiado;
era culturista y que había ganado un título importante. El Morning News de Dallas, un periódico muy conocido, publicó un extenso artículo sobre mí. Otros periódicos lo vieron, e hicieron lo mismo. Cuanto más publicidad de ese tipo reciba, más oportunidades tendré para que la sociedad conozca mejor este deporte.

P: ¿Ha cambiado tu vida desde que te proclamaste Mr. Olympia?
C: No demasiado. Soy perfectamente consciente de por qué estoy aquí y cuál es mi meta en la vida. Sé quién dirige mi vida. Sé que Dios me puso en la Tierra por un motivo, y mientras esté aquí me utilizará para alcanzar una serie de objetivos.
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C: Pesaba 115 kilos por la mañana, antes de marcharme para la precompetición. Me pesé justo antes de salir por la puerta. El año pasado, pesaba 111, así que he ganado cuatro kilos.

P: ¿Saliste al escenario sabiéndote vencedor?
C: Sabía que era un campeón. Sabía que de mí dependía ganar o perder, así que salí creyendo que iba a ganar. Pensaba: "Soy el campeón, y nadie me lo va a impedir".

P: ¿De dónde obtienen los periodistas las noticias sobre ti?
C: Generalmente, vienen a casa y graban mis declaraciones. Probablemente, cambian algunas palabras, pero hablo sobre todo del entrenamiento y la dieta.

P: ¿Hay algún momento en el que dejes de ingerir carbohidratos?
C: Sí, pero sólo cinco días. Luego, hago una carga durante un día; a veces, dos. El programa de este año incluía únicamente un día, pero ha
puede que por toda la glutamina que he estado tomando. Pero el año pasado sí la usé. Depende.

P: ¿Hasta cuándo utilizas la glutamina?
C: Hasta una semana después de la competición.

P: ¿Cómo eliminas los líquidos corporales?
C: Dejo de beber agua, salvo con las vitaminas. Puede que me tome un vaso o dos al día. Paso mucha, mucha sed.

P: ¿Cuántas series y repeticiones haces para el pecho, los brazos y las piernas?
C: Siempre he hecho entre 10 y 15 repeticiones por serie; nunca menos de 10. Realizo cuatro ejercicios para el pecho y las piernas, y tres para los bíceps y para los tríceps.

P: ¿Hay pullas entre bastidores?, ¿intentan ponerte nervioso?
C: ¡No!

P: ¿Notaste alguna diferencia cuando cambiaste de marca de suplementos?
C: Detesto decirlo, pero todos los suplementos utilizan los mismos ingredientes. Algunos de los productos que tenía Weider, también los tenía MET-Rx, y viceversa. Emplean las mismas fórmulas. Sólo tienen una manera distinta de anunciar sus productos. No he notado ninguna diferencia con el cambio.
P: ¿Qué tipo de carbohidratos ingieres?
C: Incluyo patatas asadas y boniatos en todas las comidas. También tomo grandes cantidades de copos de avena, aunque las patatas constituyen mi fuente principal de carbohidratos.

P: ¿Cómo determinas la cantidad que tomas al día?
C: Empezando por el domingo, ingiero la mitad de carbohidratos entre las comidas primera y cuarta. Lo hago el domingo, el lunes y el martes, y el miércoles hago una carga tomando carbohidratos en todas las comidas excepto la última, porque me voy a dormir poco después. Quizá me tome dos o tres patatas asadas en cada una de las cinco primeras comidas.

P: ¿Has tenido dificultades para a justar la nutrición y el entrenamiento en la preparación del Olympia?
C: Me reúno con Chad, mi nutricionista, para decidir qué debemos hacer. Escucho la opinión de mis amigos y de personas que conocen bien el culturismo.

P: ¿Qué te animó a competir?
C: Me entrenaba en la comisaría, y uno de mis compañeros me dijo: "Deberías ir a un gimnasio de verdad. Te gustará mucho más". Los pesos empezaban a resultarme ligeros, así que pensé que era buena idea. Empecé a entrenarme en un gimnasio externo hace más de 10 años. Un día, el dueño se acercó y me dijo: "¡Estás fantástico! Deberías competir".


Respondí: "Verá, las competiciones no me interesan. Soy policía, y hay que utilizar fármacos en el culturismo. Además, me encantan las hamburguesas. Y no puedes comerlas si quieres ser un gran culturista". Insistió: "Yo creo que serías un gran campeón. Deberías pensarlo".
Una semana después, volvió a las andadas: "¿No has cambiado de opinión?". Le contesté: "No. Prefiero ser policía y comer lo que quiera. Al cabo de dos o tres semanas, me dijo: "Mira, si participas en este campeonato —se celebraba a los tres o cuatro meses—, no te cobro la cuota". Pensé: "¡Entrenarme gratis! En ese caso, acepto".
Se trataba del Mr. Tejas. El me enseñó a posar y hacer dieta. Competí, y el resto ya se sabe. Por cierto, sigo entrenándome gratis en ese gimnasio.
P: ¿Crees que ganarías si Dorian y tú os enfrentarais en el mismo escenario?
C: Es difícil de decir, porque Dorian elevó el culturismo a otro nivel. No creo que mi físico me hubiera permitido ganar en aquella época. Tenemos que considerar muchos factores, como la edad y la determinación. Estábamos en dimensiones distintas. Es como comparar un coche de 1965 con uno de 2000. La tecnología era diferente antes.

P: Tu cuerpo cambió de 1996 a 1997. ¿Por alguna razón en concreto?
C: Sí, un nutricionista.
P: ¿Cuál crees que es el factor más importante para convertirse en campeón?

C: ¡Todo! Los entrenamientos, la dieta... Pasar de comer 350 gramos de pollo a 480, tomar una patata asada en lugar de dos o tres, o comer arroz una vez al día, y no dos. Detalles como esos marcan la diferencia. Esta ha sido la última pregunta. Gracias a todos por venir. Ahora, ¡vamos a comer!

Comentarios del autor
Durante los últimos 25 años, he asistido a multitud de seminarios impartidos por los nombres más prestigiosos del culturismo profesional, y ninguno me ha parecido tan ameno e informativo como el Seminario de la Victoria del Olympia de Ronnie Coleman. No hubo ni un momento de aburrimiento. Ronnie captó y mantuvo la atención de los asistentes, y actuó sin arrogancia (accedió de buen grado a posar con un osito de peluche), sin tratar de impresionar al público con sus logros. Tuve la sensación de haber estado charlando con él en mi sala de estar. No cabe duda de que Ronnie Coleman también utiliza la materia gris para triunfar en el deporte de los hierros, y disfruta de la vida y de su libertad económica más que nunca. Nadie mejor que él para confirmar que la creencia de que los culturistas tienen mucho músculo y poco cerebro es un mito.


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